El quinto Mandamiento : No matarás

1. El guía continúa: «Ved, también en la quinta sala hay un tablón blanco y en esta se lee: “No matarás”.

Si inspeccionáis este Mandamiento con suficiente luz y al mismo tiempo examináis la historia del pueblo israelita, a la primera vista os tiene resaltar que con este Mandamiento hay una dificultad...

“No matarás”... ¿Pero cómo, dónde, cuándo y el qué?...

2. ¿Qué, en realidad, significa el término “matar”? ¿Acaso dice solamente “quitar a un cuerpo la actividad vital”, o dice “privar al espíritu de su energía vital celestial”? - Si la Ley de “no matar” se refiere únicamente al cuerpo humano, entonces no se puede referir al espíritu. Además, se dice que cada hombre -en cierto sentido- debiera matar su carne para vivificar su espíritu... lo que también el mismo Señor dijo:

“ Porque todo el que quiera salvar su vida (es decir, la vida de su carne o su cuerpo físico), la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la recibirá. ” (Mateo 16:25-26) .

3. Esto también se manifiesta en la naturaleza de las cosas: Mientras la cápsula o envoltura exterior de un fruto no llegue a morirse, el fruto no llegará a producir un germen vital. De todo esto queda claro que la muerte de la carne no puede, a la vez, también ser la muerte del espíritu.

¿Qué si esta Ley sólo se refiriera a lo de no matar al espíritu? - Oh, si fuera así, ¿quién podría vivir seguro de su vida física?

4. Observado desde el extremo opuesto: cada uno está consciente de que toda estimulación de la carne que hoy en día ya se ha vuelto una costumbre, no es sino un matar al espíritu.

Y si esto lo comparáis con la historia del pueblo israelita al que estas Leyes estaban dadas como de primera mano, entonces os saltará a la vista que hay un conflicto extraño: pues, el mismo Moisés que trajo la Ley, a principio hizo que mataran a muchos israelitas, y los descendientes de él tenían que hacer lo mismo con aquellos que la infringieron.

5. “No matarás”. - Esta Ley, como las demás, estaba guardada en al Arca de la Alianza . Y aun así, cuando el ejército israelita entró en el país de la Promisión, ¿qué hizo con los habitantes anteriores? Incluso David, el hombre conforme al Corazón de Dios, ¿qué hizo?

¿Y qué hizo Elías, el mayor de los profetas?

Ved, ¡todos ellos hicieron que se matara, y frecuentemente de manera bastante cruel!

6. Todo aquel de vosotros cuyo espíritu es objetivo y no tiene prejuicios, tiene que afirmar:

¡Menuda Ley ante la cual incluso los primeros profetas despertados por Dios se vieron obligados a actuar en contra de ella - como nadie más!

7. ¡Se diría que un Mandamiento como este no vale más que no haber ninguno! Incluso en nuestra época en una guerra lo de matar a sus hermanos es cosa de honor!

E incluso el Señor mismo, cada día, da la muerte a legiones de hombres - en lo que se refiere a su cuerpo físico... Y todo eso a pesar del “No matarás”...

También David tenía que dar la muerte a un jefe de ejército porque, aunque sea jurando en falso, había procedido con indulgencia contra un lugar al que debía destruir.

8. Así, diría yo, andan las cosas con este Mandamiento en la Tierra. Pero ahora que estamos aquí, vemos este Mandamiento delante nosotros... estando en el Reino de los Cielos, donde ningún ser puede matar a otro... ni tampoco a nadie le vendría la menor idea de matar a nadie.

¿Para qué, entonces, puede estar escrita en este tablón? ¿No será por respeto a la historia, para que los alumnos aquí aprendan qué Mandamientos hay y había en la Tierra?».

«¿No será, tal vez, que en los niños de aquí por lo benignos que son, durante una temporada alimenten una sed de matar para que luego, asimilando la Ley, puedan combatir esta sed en su interior?».

«Esto se podría pensar... Sin embargo, ¿qué resultado podría acarrear algo así? Os digo que cuando después a los niños habría que volver a quitarles esa sed de matar -cuando como sedientos de sangre han suficientemente probado sus cualidades ante la Ley- entonces finalmente no habrían ganado más que si nunca hubieran sido llevados a este estado de sed de matar...

9. Veo que al exponeros todo esto tan detalladamente, ahora incluso vosotros mismos ya no sabéis a qué ateneros con esta Ley. Pero no os preocupéis, porque también en este caso con algunas pocas palabras vais a salir de todas dudas. Y, como en la Tierra el Sol en el cielo, también en el Cielo esta Ley brillará con toda dignidad.

10. Y para que podáis asimilar la explicación fácilmente y a fondo, de momento sólo os llamo la atención sobre el hecho que para Dios la condición fundamental e inalterable de todo Orden divino es el mantenimiento eterno de todos los espíritus creados.

Ya que sabéis esto, ahora fijaos en el extremo opuesto que es la destrucción, y ya tenéis el Mandamiento delante de vosotros, en el sentido espiritual tanto como en el físico.

11. De modo que en vez de decir “no matarás”, decid “no destruirás a ti mismo ni a lo que es de tu hermano”, porque el mantenimiento es la eterna Ley fundamental en Dios mismo, con lo que Él es eterno y su Poder es infinito.

Y como en la Tierra para la formación eterna del espíritu también el cuerpo humano es indispensable hasta cuando llegue la hora determinada por Dios, sin una orden explícita de Él nadie tiene el derecho de destruir a un cuerpo humano, no al suyo propio ni a aquel de su hermano.

12. De modo que si estamos hablando del mantenimiento obligatorio, se comprende por sí mismo que aún menos nadie está autorizado para destruir al espíritu del hermano ni tampoco al suyo propio, por el medio que fuera, haciéndole de esta manera inepto para alcanzar la Vida eterna. Dios, evidentemente, mata diariamente cuerpos humanos, pero eso a la hora conveniente cuando el espíritu de una manera u otra ya ha alcanzado cierta madurez.

También los ángeles, como eternos siervos de Dios, estrangulan continuamente cuerpos humanos en la Tierra - pero nunca antes de que el Señor les haya dado la orden para tanto, y lo hacen únicamente de la manera que Dios lo quiere...

13. En este sentido también aquí los niños aprenden de una manera espiritual y práctica, en qué consiste el mantenimiento de las cosas creadas y cómo hay que proceder con él, con todo esmero, de acuerdo con la Voluntad del Señor. Y si esto ya os ha quedado más o menos claro, entonces incluso vosotros veréis la gran dignidad de esta Ley y comprenderéis por qué ella también tiene su aplicación aquí en el Reino de los espíritus de niños celestiales.

Sabiendo esto, ya podemos continuar a la sexta sala»

Fuente: El Sol Espiritual, tomo 2, capítulo 78, recibido por Jakob Lorber